martes, octubre 29, 2013

Extracto de "G.I. Gurdjieff - Diario de un alumno" - C. Stanley Nott.

Una alumna, que solía sumergirse en la autocompasión, estaba diciendo lo difícil que era la vida, y cómo todos y todo parecían estar en contra suya. Si las cosas y la gente fueran distintas, la vida sería tolerable. Ella sabía que era un gusano, pero no veía qué podía hacer en esa situación. Orage simplemente repitió la letra de una canción:

Querría yo ser un Elefantiafus,
y poder arrancar los cocos con mi trompa,
Pero, ¡ay! No lo soy, ¡ay! No puedo ser un Elefantiafus,
Pero soy una cucaracha, y soy una chinche de agua;
puedo arrastrarme por ahí y esconderme tras el fregadero.
....
Fue durante ese año de 1925 que tomé conciencia por primera vez de la "emoción negativa".

Un día, cuando un alumno del grupo de Nueva York, a propósito de mi actitud hacia él, me dijo: "Usted tiene una tremenda cantidad de emociones negativas", me indigné y hablé con Orage. El me dijo: "Una de las cosas que tengo que agradecer a Gurdjieff (y a Ouspensky por transmitir la idea) es su enseñanza sobre las emociones negativas o inferiores. Usted mismo da fácilmente rienda suelta a las emociones negativas. Es susceptible, fácilmente herible, abriga resentimientos, no puede soportar la menor crítica; y casi todo el mundo es igual. La emoción negativa es inconsciente, y en consecuencia maligna". Fue para mí un choque. Nunca había considerado mi sufrimiento como "emoción negativa", sino como resultado de la "presión al espíritu", una consecuencia de la guerra, de la mala salud por la vida en las trincheras. Fue una sorpresa darme cuenta de que todo esto podía ser resumido en la expresión "emoción negativa". El trabajo preparatorio que hice durante mi visita al Prieuré me posibilitaba ahora, meses después, comenzar a enfrentar el hecho de mi negatividad. Pero una cosa es saber con la mente y otra muy diferente es comprender.

Orage decía: "Si trasladamos nuestro sufrimiento a otros se convierte en 'mal', el que, como dice el profesor Seurat en Las Tres Convenciones, es 'sufrimiento separado de la creación'. Los santos son digestores de sufrimiento: lo consumen, lo transforman y lo emplean para la creación del ser. Cuando nos hundimos en la autocompasión, en el resentimiento o en el odio irracional hacia los demás, nos convertimos en canales de sufrimiento, lo trasladamos. La compasión es divina, la autocompasión es diabólica. No queremos enfrentar el hecho de que frecuentemente estamos llenos del sentimiento de autocompasión. La autocompasión es una enfermedad de las emociones; significa apenarse por uno mismo y culpar a los padres, a las condiciones y a la gente por nuestro propio y miserable estado; la autocompasión es una de las manifestaciones de la emoción negativa que hace que disgustemos a los demás, donde la arrogancia, el desprecio altanero, se esconde a menudo en una humildad abyecta, sintiéndose un gusano".

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