Una alumna, que solía sumergirse en la autocompasión, estaba diciendo lo
difícil que era la vida, y cómo todos y todo parecían estar en contra suya. Si
las cosas y la gente fueran distintas, la vida sería tolerable. Ella sabía que
era un gusano, pero no veía qué podía hacer en esa situación. Orage simplemente
repitió la letra de una canción:
Querría yo ser un Elefantiafus,
y poder arrancar los cocos con mi trompa,
Pero, ¡ay! No lo soy, ¡ay! No puedo ser un Elefantiafus,
Pero soy una cucaracha, y soy una chinche de agua;
puedo arrastrarme por ahí y esconderme tras el fregadero.
....
Fue durante ese año de 1925 que tomé conciencia por
primera vez de la "emoción negativa".
Un día, cuando un alumno del
grupo de Nueva York, a propósito de mi actitud hacia él, me dijo: "Usted
tiene una tremenda cantidad de emociones negativas", me indigné y hablé
con Orage. El me dijo: "Una de las cosas que tengo que agradecer a
Gurdjieff (y a Ouspensky por transmitir la idea) es su enseñanza sobre las
emociones negativas o inferiores. Usted mismo da fácilmente rienda suelta a las
emociones negativas. Es susceptible, fácilmente herible, abriga resentimientos,
no puede soportar la menor crítica; y casi todo el mundo es igual. La emoción
negativa es inconsciente, y en consecuencia maligna". Fue para mí un
choque. Nunca había considerado mi sufrimiento como "emoción
negativa", sino como resultado de la "presión al espíritu", una
consecuencia de la guerra, de la mala salud por la vida en las trincheras. Fue
una sorpresa darme cuenta de que todo esto podía ser resumido en la expresión
"emoción negativa". El trabajo preparatorio que hice durante mi
visita al Prieuré me posibilitaba ahora, meses después, comenzar a enfrentar el
hecho de mi negatividad. Pero una cosa es saber con la mente y otra muy
diferente es comprender.
Orage decía: "Si trasladamos nuestro sufrimiento a otros se convierte
en 'mal', el que, como dice el profesor Seurat en Las Tres Convenciones,
es 'sufrimiento separado de la creación'. Los santos son digestores de
sufrimiento: lo consumen, lo transforman y lo emplean para la creación del ser.
Cuando nos hundimos en la autocompasión, en el resentimiento o en el odio
irracional hacia los demás, nos convertimos en canales de sufrimiento, lo
trasladamos. La compasión es divina, la autocompasión es diabólica. No queremos
enfrentar el hecho de que frecuentemente estamos llenos del sentimiento de
autocompasión. La autocompasión es una enfermedad de las emociones; significa
apenarse por uno mismo y culpar a los padres, a las condiciones y a la gente
por nuestro propio y miserable estado; la autocompasión es una de las
manifestaciones de la emoción negativa que hace que disgustemos a los demás,
donde la arrogancia, el desprecio altanero, se esconde a menudo en una humildad
abyecta, sintiéndose un gusano".
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