lunes, diciembre 22, 2014

Japanese Shakuhachi Bamboo Flute.

Musashi 3 - La Luz Perfecta / Eiji Yoshikawa

…Entonces se levantó y fue a la habitación de Musashi.
Éste se hallaba arrodillado en silencio, como si meditara, el pincel, la caja de tinta y el recipiente para pinceles a su lado. Ya había terminado una de las pinturas: una garza debajo de un sauce. El papel que tenía delante aún estaba en blanco. Pensaba en el tema de su próxima composición, o, más exactamente, intentaba adoptar la actitud mental correcta, pues eso era necesario antes de que pudiera visualizar la pintura o conocer la técnica que emplearía.
Veía el papel blanco como el gran universo de la existencia. Una sola pincelada daría lugar a la existencia. Podía evocar el viento o la lluvia a voluntad, pero, al margen de lo que trazara, su corazón permanecería en la pintura para siempre. Si su corazón estaba corrompido, la pintura también lo estaría; si estaba lánguido, lo mismo le ocurriría a la pintura. Si intentaba alardear de su habilidad, no podría ocultarlo. Los cuerpos humanos se desvanecen, pero la tinta sigue existiendo. La imagen de su corazón seguiría alentando después de que él mismo hubiera desaparecido.
Se dio cuenta de que sus pensamiento le refrescaban. Estaba a punto de entrar en el mundo de la inexistencia, de dejar que su corazón hablara por sí mismo, independiente de su ego, libre del toque personal de su mano. Intentó vaciarse de todo, en espera de ese estado sublime en el que su corazón podría hablar al unísono con el universo, desprendido de su yo y sin estorbos de ninguna clase.

Los sonidos de la calle no llegaban a su habitación. El combate de hoy le parecía totalmente ajeno a él. Tan sólo era consciente de los trémulos movimientos del bambú en el jardín interior…