domingo, julio 22, 2012

Pensar.


“...En su mayor parte, el cerebro nuevo consiste en corteza cerebral, la cual está también comprometida en actividades primarias que incluyen los instintos y la locomoción. La mayor diferencia entre nosotros los humanos y los demás mamíferos es el tamaño de nuestro cerebro nuevo y, en particular, de la parte conocida como lóbulos frontales. Estos lóbulos tienen que ver con nuestra capacidad para emitir juicios y es aquí donde ocurre principalmente el procesamiento de la información, es decir, el pensar.
De la misma manera en que nuestra capacidad para aprender depende de pensar, nuestra capacidad para pensar bien depende de aprender...

sábado, julio 21, 2012

De la prudencia de las acciones.

CUALIDADES DEL HOMBRE PRUDENTE. No se debe dar crédito ligeramente a cualquier palabra ni a cualquier espíritu; mas, con prudencia y tiempo se deben examinar las cosas según Dios. Mucho es de doler que las más veces, antes se cree y se dice el mal de otro que el bien. ¡Tan débiles somos!
Mas los varones perfectos no creen de ligero cualquier cosa que otros les cuentan; porque saben que la flaqueza humana es presta al mal y muy deleznable en palabras.
Gran sabiduría es no ser el hombre inconsiderado en lo que ha de hacer, ni tampoco porfiado en su propio parecer.
A esta sabiduría pertenece no creer a cualquier palabras de hombres, ni decir luego a los otros lo que oye o cree.

CÓMO SE ADQUIERE LA PRUDENCIA. Toma consejo del hombre sabio y de buena conciencia, y prefiere ser enseñado de otro mejor, que seguir tu parecer.
La buena vida hace al hombre sabio según Dios, y experimentado en muchas cosas.
Cuando alguno fuere más humilde en sí y más sujeto a Dios, tanto será más sabio y sosegado en todas las cosas.
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Que se debe evitar el juicio temerario.
NO JUZGUEMOS LAS OBRAS AJENAS. Pon los ojos en ti mismo, y guárdate de juzgar las obras ajenas. En juzgar a otros trabaja el hombre en vano, y yerra muchas veces, y peca fácilmente: mas juzgando y examinándose a sí, trabaja con fruto.
Muchas veces juzgamos la cosa conforme a nuestro apetito, y perdemos ligeramente el verdadero juicio por el amor propio.
Si fuese Dios siempre el fin puramente de nuestro deseo, no nos turbaría tan presto la contradicción de nuestra sensualidad.
(La imitación de Cristo / Tomas Hemerken de Kempis)

jueves, julio 19, 2012

El amor a los enemigos.

"Bendigan a los que los persiguen, bendigan y no maldigan nunca. Alégrense con los que están alegres, y lloren con los que lloran. Vvan en armonía unos con otros, no quieran sobresalir, pónganse a la altura de los más humildes. No presuman de sabios. No devuelvan a nadie mal por mal. Procuren hacer el bien delante de todos los hombres. En cuanto dependa de ustedes, traten de vivir en paz con todos. Queridos míos, no hagan justicia por sus propias manos, antes bien, den lugar a la ira de Dios. Porque está escrito: Yo castigaré. Yo daré la retribución, dice el Señor. Y en otra parte está escrito: Si tu enemigo tiene hambre, dale de comer; si tiene sed, dale de beber. Haciendo esto, amontonarás carbones encendidos sobre su cabeza. No te dejes vencer por el mal. Por el contrario, vence al mal, haciendo el bien." (Romanos 12.14-21)

miércoles, julio 18, 2012

El hábito de no juzgar.

Otra manera de entrar en el campo de la potencialidad pura es por medio de la práctica del hábito de no juzgar. Juzgar es evaluar constantemente las cosas para clasificarlas como correctas o incorrectas, buenas o malas. Cuando estamos constantemente evaluando, clasificando, rotulando y analizando, creamos mucha turbulencia en nuestro diálogo interno. Esa turbulencia frena la energía que fluye entre nosotros y el campo de la potencialidad pura. Literalmente comprimimos el espacio entre un pensamiento y otros.
Ese espacio es nuestra conexión con el campo de la potencialidad pura. Es el estado de conciencia pura, el espacio silencioso entre los pensamientos, la quietud interior que nos conecta con el poder verdadero. Y cuando comprimimos el espacio, reducimos nuestra conexión con el campo de la potencialidad pura y la creatividad infinita. (Las Siete Leyes Espirituales del Éxito)