"...Al salir
del puente, descubrió a un hombre con los brazos alzados que corría hacia él
desde el norte. Su figura le pareció familiar.
Y lo era, en
efecto, pues se trataba de Sasaki Kojiro, el ubicuo mediador.
Al
aproximarse, saludó a Musashi de una manera demasiado amistosa. Echó un vistazo
al otro lado del puente y le preguntó:
-¿Estás solo?
-Sí, por
supuesto.
-Espero que
me perdones por lo de la otra noche -dijo Kojiro-. Te agradezco que tolerases
mi intervención.
-Creo que soy
yo quien debe darte las gracias -replicó Musashi con igual cortesía.
-¿Vas camino
del encuentro?
-Sí.
-¿Completamente
solo? volvió a preguntarle Kojiro.
-Sí, claro.
-Humm. Mira,
Musashi, me pregunto si has interpretado mal el letrero que pusimos en
Yanagimachi.
-No lo creo.
-¿Eres
plenamente consciente de las condiciones? Esto no va a ser un combate entre dos
hombres como en los casos de Seijuro y Denshichiro.
-Lo sé.
-Aunque el
combate se librará en nombre de Genjiro, le ayudarán los miembros de la escuela
Yoshioka. ¿Comprendes que pueden ser diez o cien o incluso mil hombres?
-Sí, ¿por qué
lo preguntas?
-Algunos de
los hombres más débiles han huido de la escuela, pero los más fuertes y
valientes han ido todos al pino de ancha copa. En estos momentos están
apostados en la ladera de la colina, esperándote.
-¿Has ido a
echar un vistazo?
-Sí, y decidí
que sería mejor que viniera a advertirte. Como sabía que ibas a cruzar el
puente de pontones, te esperé ahí. Considero que es mi deber, puesto que yo
escribí el aviso.
-Muy
considerado de tu parte.
-Bien, esa es
la situación. ¿De veras pretendes ir solo o tienes seguidores que van por otra
ruta?
-Tendré un
solo compañero.
-¿Ah, sí?
¿Dónde está ahora?
-¡Aquí mismo!
-Musashi señaló su sombra y se echó a reír. Sus dientes brillaron a la luz de
la luna.
Kojiro se dio
por ofendido.
-Esto no es
cosa de risa.
-No lo he
dicho como una broma.
-¿Ah, no?
Parecía como si te burlaras de mi consejo.
Musashi
adoptó una actitud todavía más seria que la de Kojiro y replicó:
-¿Crees que
el gran santo Shinran bromeaba cuando dijo que todo creyente tiene la fuerza de
dos, porque Buda Amida camina a su lado?
Kojiro no le
respondió.
-Todo parece
indicar que los Yoshioka me aventajan. Ellos son numerosos y yo estoy solo. Sin
duda supones que me derrotarán, pero te ruego que no te preocupes por mí. Si
supusiera que disponen de diez hombres y llevara diez hombres conmigo, ¿que
ocurriría? Ellos sería veinte en vez de diez. Y si llevara veinte, aumentarían
su número hasta treinta o cuarenta, y el combate crearía aún más desorden
público. Muchos morirían o caerían heridos. El resultado sería una grave
infracción contra los principios del gobierno, sin ningún beneficio para la
causa de la esgrima. En otras palabras, si yo pidiera ayuda habría mucho que
perder y poco que ganar.
-Por cierto
que eso sea, no está acorde con El Arte de la Guerra emprender un combate
sabiendo que vas a perder.
-Hay
ocasiones en que es necesario.
-¡No! No lo
es según El Arte de la Guerra. Llevar a cabo una acción temeraria es un asunto
totalmente distinto.
-Tanto si mi
método es acorde con El Arte de la Guerra como si no, sé lo que tengo que
hacer.
-Estás
infringiendo todas las reglas.
Musashi se
rió.
-Si insistes
en ir contra las reglas -argumentó Kojiro-, ¿por qué no eliges por lo menos una
línea de acción que te dé una oportunidad de seguir viviendo?
-Para mí, el
camino que estoy siguiendo es el camino hacia una vida más plena.
-¡Tendrás
suerte si no te lleva directamente al infierno!
-Pudiera ser
que este río fuese el río de tres brazos que corre por el infierno; este camino
podría ser el camino de la perdición, que tiene una milla de largo; la colina
por la que pronto subiré, podría ser la montaña de agujas donde empalan a los
condenados. Sin embargo, éste es el único camino hacia la verdadera vida.
-Tal como
hablas, es posible que ya estés poseído por el dios de la muerte.
-Piensa como
gustes. Hay personas que mueren permaneciendo vivas y otras que alcanzan la
vida al morir.
...
Tal vez
Kojiro había creído que si informaba a Musashi de lo fuerte que era el enemigo,
aquél le pediría de rodillas que le ayudase. Y era concebible que, si el primer
objetivo de Musashi hubiera sido el de preservar su vida, habría aceptado de
buen grado la ayuda. Pero, incluso antes de encontrarse con Kojiro, había
recibido suficiente información para saber que podría tener que enfrentarse a
un centenar de hombres.
No es que
hubiera olvidado la lección que le enseñó Takuan: el hombre realmente valiente
es el que ama la vida y la estima como un tesoro que, una vez perdido, jamás
puede ser recuperado. Sabía muy bien que vivir significaba algo más que
limitarse a sobrevivir. El problema consistía en impregnar su vida de
significado, en asegurar que su vida lanzara un brillante rayo de luz en el
futuro, aun cuando resultara necesario entregar esa vida por una causa. Si
lograba hacerlo, la duración de su vida, tanto si eran veinte años como
setenta, sería lo de menos. Una vida humana no era más que un intervalo
insignificante en el flujo interminable del tiempo.
Según la
manera de pensar de Musashi, había una clase de vida para la gente ordinaria y
otra para el guerrero. Era vitalmente importante para él vivir y morir como un
samurai. No podía desandar el camino que había elegido. Aunque le descuartizaran,
el enemigo no podría borrar el hecho de que había reaccionado sin temor y
honestamente al desafío..."