lunes, diciembre 22, 2014
Musashi 3 - La Luz Perfecta / Eiji Yoshikawa
…Entonces se levantó y fue a la habitación de Musashi.
Éste se hallaba arrodillado en silencio, como si meditara,
el pincel, la caja de tinta y el recipiente para pinceles a su lado. Ya había
terminado una de las pinturas: una garza debajo de un sauce. El papel que tenía
delante aún estaba en blanco. Pensaba en el tema de su próxima composición, o,
más exactamente, intentaba adoptar la actitud mental correcta, pues eso era
necesario antes de que pudiera visualizar la pintura o conocer la técnica que
emplearía.
Veía el papel blanco como el gran universo de la existencia.
Una sola pincelada daría lugar a la existencia. Podía evocar el viento o la
lluvia a voluntad, pero, al margen de lo que trazara, su corazón permanecería
en la pintura para siempre. Si su corazón estaba corrompido, la pintura también
lo estaría; si estaba lánguido, lo mismo le ocurriría a la pintura. Si
intentaba alardear de su habilidad, no podría ocultarlo. Los cuerpos humanos se
desvanecen, pero la tinta sigue existiendo. La imagen de su corazón seguiría
alentando después de que él mismo hubiera desaparecido.
Se dio cuenta de que sus pensamiento le refrescaban. Estaba
a punto de entrar en el mundo de la inexistencia, de dejar que su corazón
hablara por sí mismo, independiente de su ego, libre del toque personal de su
mano. Intentó vaciarse de todo, en espera de ese estado sublime en el que su
corazón podría hablar al unísono con el universo, desprendido de su yo y sin
estorbos de ninguna clase.
Los sonidos de la calle no llegaban a su habitación. El
combate de hoy le parecía totalmente ajeno a él. Tan sólo era consciente de los
trémulos movimientos del bambú en el jardín interior…
viernes, noviembre 07, 2014
Musashi 2 - El Camino de la Espada / Eiji Yoshikawa.
"...Al salir
del puente, descubrió a un hombre con los brazos alzados que corría hacia él
desde el norte. Su figura le pareció familiar.
Y lo era, en
efecto, pues se trataba de Sasaki Kojiro, el ubicuo mediador.
Al
aproximarse, saludó a Musashi de una manera demasiado amistosa. Echó un vistazo
al otro lado del puente y le preguntó:
-¿Estás solo?
-Sí, por
supuesto.
-Espero que
me perdones por lo de la otra noche -dijo Kojiro-. Te agradezco que tolerases
mi intervención.
-Creo que soy
yo quien debe darte las gracias -replicó Musashi con igual cortesía.
-¿Vas camino
del encuentro?
-Sí.
-¿Completamente
solo? volvió a preguntarle Kojiro.
-Sí, claro.
-Humm. Mira,
Musashi, me pregunto si has interpretado mal el letrero que pusimos en
Yanagimachi.
-No lo creo.
-¿Eres
plenamente consciente de las condiciones? Esto no va a ser un combate entre dos
hombres como en los casos de Seijuro y Denshichiro.
-Lo sé.
-Aunque el
combate se librará en nombre de Genjiro, le ayudarán los miembros de la escuela
Yoshioka. ¿Comprendes que pueden ser diez o cien o incluso mil hombres?
-Sí, ¿por qué
lo preguntas?
-Algunos de
los hombres más débiles han huido de la escuela, pero los más fuertes y
valientes han ido todos al pino de ancha copa. En estos momentos están
apostados en la ladera de la colina, esperándote.
-¿Has ido a
echar un vistazo?
-Sí, y decidí
que sería mejor que viniera a advertirte. Como sabía que ibas a cruzar el
puente de pontones, te esperé ahí. Considero que es mi deber, puesto que yo
escribí el aviso.
-Muy
considerado de tu parte.
-Bien, esa es
la situación. ¿De veras pretendes ir solo o tienes seguidores que van por otra
ruta?
-Tendré un
solo compañero.
-¿Ah, sí?
¿Dónde está ahora?
-¡Aquí mismo!
-Musashi señaló su sombra y se echó a reír. Sus dientes brillaron a la luz de
la luna.
Kojiro se dio
por ofendido.
-Esto no es
cosa de risa.
-No lo he
dicho como una broma.
-¿Ah, no?
Parecía como si te burlaras de mi consejo.
Musashi
adoptó una actitud todavía más seria que la de Kojiro y replicó:
-¿Crees que
el gran santo Shinran bromeaba cuando dijo que todo creyente tiene la fuerza de
dos, porque Buda Amida camina a su lado?
Kojiro no le
respondió.
-Todo parece
indicar que los Yoshioka me aventajan. Ellos son numerosos y yo estoy solo. Sin
duda supones que me derrotarán, pero te ruego que no te preocupes por mí. Si
supusiera que disponen de diez hombres y llevara diez hombres conmigo, ¿que
ocurriría? Ellos sería veinte en vez de diez. Y si llevara veinte, aumentarían
su número hasta treinta o cuarenta, y el combate crearía aún más desorden
público. Muchos morirían o caerían heridos. El resultado sería una grave
infracción contra los principios del gobierno, sin ningún beneficio para la
causa de la esgrima. En otras palabras, si yo pidiera ayuda habría mucho que
perder y poco que ganar.
-Por cierto
que eso sea, no está acorde con El Arte de la Guerra emprender un combate
sabiendo que vas a perder.
-Hay
ocasiones en que es necesario.
-¡No! No lo
es según El Arte de la Guerra. Llevar a cabo una acción temeraria es un asunto
totalmente distinto.
-Tanto si mi
método es acorde con El Arte de la Guerra como si no, sé lo que tengo que
hacer.
-Estás
infringiendo todas las reglas.
Musashi se
rió.
-Si insistes
en ir contra las reglas -argumentó Kojiro-, ¿por qué no eliges por lo menos una
línea de acción que te dé una oportunidad de seguir viviendo?
-Para mí, el
camino que estoy siguiendo es el camino hacia una vida más plena.
-¡Tendrás
suerte si no te lleva directamente al infierno!
-Pudiera ser
que este río fuese el río de tres brazos que corre por el infierno; este camino
podría ser el camino de la perdición, que tiene una milla de largo; la colina
por la que pronto subiré, podría ser la montaña de agujas donde empalan a los
condenados. Sin embargo, éste es el único camino hacia la verdadera vida.
-Tal como
hablas, es posible que ya estés poseído por el dios de la muerte.
-Piensa como
gustes. Hay personas que mueren permaneciendo vivas y otras que alcanzan la
vida al morir.
...
Tal vez
Kojiro había creído que si informaba a Musashi de lo fuerte que era el enemigo,
aquél le pediría de rodillas que le ayudase. Y era concebible que, si el primer
objetivo de Musashi hubiera sido el de preservar su vida, habría aceptado de
buen grado la ayuda. Pero, incluso antes de encontrarse con Kojiro, había
recibido suficiente información para saber que podría tener que enfrentarse a
un centenar de hombres.
No es que
hubiera olvidado la lección que le enseñó Takuan: el hombre realmente valiente
es el que ama la vida y la estima como un tesoro que, una vez perdido, jamás
puede ser recuperado. Sabía muy bien que vivir significaba algo más que
limitarse a sobrevivir. El problema consistía en impregnar su vida de
significado, en asegurar que su vida lanzara un brillante rayo de luz en el
futuro, aun cuando resultara necesario entregar esa vida por una causa. Si
lograba hacerlo, la duración de su vida, tanto si eran veinte años como
setenta, sería lo de menos. Una vida humana no era más que un intervalo
insignificante en el flujo interminable del tiempo.
Según la
manera de pensar de Musashi, había una clase de vida para la gente ordinaria y
otra para el guerrero. Era vitalmente importante para él vivir y morir como un
samurai. No podía desandar el camino que había elegido. Aunque le descuartizaran,
el enemigo no podría borrar el hecho de que había reaccionado sin temor y
honestamente al desafío..."
miércoles, noviembre 05, 2014
Musashi
…”Lo ha encajado bien”, pensó Tadakatsu, mirando sutilmente a Musashi.
Entonces dijo en voz alta:
-Quizá sea presuntuoso por mi parte, pero me han dicho que tienes unos intereses artísticos del todo insólitos en un samurái. Quisiera presentar una muestra de tu obra al shogun. Responder a los chismorreos maliciosos de la gente ordinaria no es importante. Creo que sería más adecuado para un noble samurái alzarse por encima de la cháchara de la gente y dejar tras de sí un mudo testimonio de la pureza de su corazón. Una obra de arte sería apropiada, ¿no crees?
Mientras Musashi todavía reflexionaba en el significado de estas palabras, Tadakatsu añadió:
-Espero que nos volvamos a ver.
Dicho esto abandonó la estancia.
…
Musashi pensó en lo curioso que era que la mayoría de los niños supieran dibujar, así como cantar, pero que olvidaran la manera de hacerlo a medida que crecían. Tal vez la poca sabiduría que aprendían con la edad era inhibitoria. Él mismo no era ninguna excepción. De niño a menudo se dedicaba a dibujar, y era ésta una de sus maneras favoritas de superar la soledad. Pero desde los trece o catorce años hasta pasados los veinte, había abandonado el dibujo casi por completo.
…
La pintura, que parecía un arte muy alejado del camino que él había elegido, difícilmente era apropiada para una persona que no solía pasarse un mes entero en un solo lugar. Sin embargo, de vez en cuando Musashi se dedicaba a la pintura.
Como en el caso de otros adultos que se han olvidado de dibujar, su mente trabajaba, pero no su espíritu. Concentrado en dibujar con habilidad, era incapaz de expresarse naturalmente. Muchas eran las ocasiones en las que había abandonado, sintiéndose desalentado. Luego, más tarde o más temprano, invariablemente algún impulso le movía a empuñar el pincel de nuevo, en secreto. Como sus pinturas le avergonzaban, nunca las enseñaba a los demás, aunque dejaba que inspeccionaran sus esculturas.
Una actitud a la que puso fin en aquel momento. Para conmemorar aquel día decisivo, decidió pintar una obra que pudiera ser mostrada al shogun o a cualquier otra persona.
Trabajó rápidamente y sin interrupción hasta que terminó. Entonces introdujo el pincel en un jarro de agua y se marchó, sin volver una sola vez la cabeza atrás para ver su obra.
En el patio se volvió para echar un último vistazo al imponente portal, y un interrogante llenó su mente: ¿dónde estaba la gloria, dentro o fuera del pórtico?
Sakai Tadakatsu regresó a la sala de espera y se sentó durante algún tiempo, contemplando la pintura todavía húmeda. Era una representación de la planicie de Musashino. En el centro, muy grande, el sol naciente, el cual, simbolizando la confianza de Musashi en su propia integridad, era bermellón. El resto de la obra había sido ejecutado en tinta para captar la sensación otoñal de la planicie.
“Hemos perdido un tigre que ha vuelto a la naturaleza”, se dijo Tadakatsu.
lunes, enero 06, 2014
viernes, enero 03, 2014
Las 83 guías de Gurdjieff
1 - Fija tu atención en ti mismo, sé consciente en cada instante de lo que piensas, sientes, deseas y haces.
2 - Termina siempre lo que comenzaste.
3 - Haz lo que estás haciendo lo mejor posible.
4 - No te encadenes a nada que a la larga te destruya.
5 - Desarrolla tu generosidad sin testigos.
6 - Trata a cada persona como si fuera un pariente cercano.
7 - Ordena lo que has desordenado.
8 - Aprende a recibir, agradece cada don.
9 - Cesa de autodefinirte.
10- No mientas ni robes, si lo haces te mientes y robas a ti mismo.
11- Ayuda a tu prójimo sin hacerlo dependiente.
12- No desees ser imitado.
13- Haz planes de trabajo y cúmplelos.
14- No ocupes demasiado espacio.
15- No hagas ruidos ni gestos innecesarios.
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